Texto e imagen de: Asunción Saez Mullor
Escarabajo del corazón de 9 cm con cabeza humana, perteneciente al escriba real Ray. Dinastía XVIII Reino Nuevo. Actualmente expuesto en el Museo Egipcio de Turín.
El cuerpo de este escarabajo del corazón tiene un aspecto natural, las alas anteriores tienen rayas, las extremidades delanteras son denticuladas y la apariencia del protórax es real. Sin embargo, la cabeza es humana y tridimensional y no plana como en algunos otros ejemplares del mismo tipo. En este caso la cabeza del difunto está reemplazando a la del animal, los rasgos de su rostro fueron realizados delicadamente, se aprecian delineados los labios, la nariz, los ojos y los parpados y lleva un tocado que le encuadra la cara con dos gruesas mechas estriadas a cada lado, colocadas detrás de las orejas.
En la parte superior de esta pieza, a la altura de la base, tiene un orificio transversal destinado quizá a pasarle una cadena y colocarla alrededor del cuello del difunto.
Ray eligió para su escarabajo del corazón inscribir una parte del Capítulo XXX B del Libro de los Muertos; se aprecia una interrupción del texto en la sexta línea, en medio de una frase. Esto era muy frecuente en este tipo de piezas ya que fueron producidas en serie para venderlas, y donde tanto los nombres como los títulos del difunto, eran añadidos en el último momento en el espacio que se dejaba libre para su inscripción.
Textualmente dice: “Palabras dichas por el Osiris, el escriba real. El responsable de Ray que diga: “Oh corazón proveniente de mi madre, oh corazón proveniente de mi madre, ¡oh víscera de mi corazón de mis diferentes edades! No levantéis falsos testimonios contra mí en el juicio, no os opongáis a mí en el tribunal, no demostréis hostilidad contra mí en presencia del guardián de la balanza del juicio…”.
En un principio este capítulo se inscribía sobre los amuletos “cordiformes”, fue con el tiempo cuando comenzó a utilizarse sobre escarabajos del corazón, sin que abandonaran en ningún momento el correspondiente amuleto “cordiforme”.
Es posible que los antiguos egipcios optaran por el escarabajo del corazón, para que este animal fuese el soporte habitual e ideal de algunos de los capítulos del Libro de los Muertos que se refiriesen al corazón. Hay varios apartados de estos textos funerarios que aclararían este aspecto; el capítulo XXVI dice: “se garantiza al difunto la posesión de su corazón”, el amuleto era asimilado a un órgano artificial con forma de escarabajo y esto le permitiría tener la capacidad de reanimación atribuida al “Escarabeus Sacer”. El capítulo XIX B, habla de la “asimilación del difunto al ave Benu”, esta ave también simbolizaba la regeneración, por lo que permitía la sustitución del ave por la del escarabeo, garantizando también al difunto disfrutar de sus propiedades. El capítulo XX hace referencia a la Psicoestasia y a la “evolución venturosa del difunto una vez su corazón ha sido reconocido como justo en la balanza”. El difunto una vez pasada y superada esta prueba ante los dioses en el más allá, se convertía en un maa hrw, “justo de voz”, y ya estaba preparado para comenzar su nueva vida en el más allá.
De esta manera, la utilización del amuleto del corazón en forma de escarabajo, simbolizaba una anticipación de lo que sería la evolución del alma del difunto, ya que esta figura era de fuerza y poder, y de esta forma se anticipaba al buen desarrollo de la prueba que le esperaba. Por otro lado, el texto del capítulo XXX B, habla del corazón como “una víscera cardiaca” con las transformaciones efectuadas por el difunto. Lo que concuerda con el simbolismo del escarabajo y su nombre, Kheper, “El que toma forma” o “el que llega a ser”.