Texto y fotografías de: Asunción Saez Mullor
En los templos egipcios existían laboratorios para la producción del perfume, donde almacenaban y guardaban ungüentos y aceites sagrados que posteriormente serían utilizados en los rituales dedicados a los dioses y en las fiestas religiosas, relacionadas con el templo concreto. Pero en realidad no eran fabricados en estas salas, ya que todos estos preparados requerían una larga elaboración y cocción, y no se han encontrado restos de fuego. Las fórmulas descritas en las paredes no solo indican que fueron almacenados allí, sino que servían también para asegurar la secreta y correcta preparación de las recetas, perpetuando el suministro. En las paredes del templo de Dendera, se describe que las diferencias que había entre los aromas se debían a que la base fuese: grasa de buey, semillas secas o aceites perfumados.
La trementina era considerada como un “aceite esencial”, ya que es un destilado procedente de un tejido vegetal. Es un líquido incoloro, intensamente aromático, no graso, volátil y poco denso. En el antiguo Egipto era utilizado también, como parte del material de trabajo de los médicos y cirujanos.
Los templos tenían generalmente jardines muy extensos. El templo de Amón en Karnak tenía alrededor de treinta jardines. Las flores formaban parte de las ceremonias religiosas durante el culto al dios. En estos jardines también se cultivaban hierbas medicinales y especias, las cuales eran utilizadas como componentes de las pociones médicas y como ofrendas. La reina Hatshepsut hizo traer del país del Punt, para su templo funerario en Deir el Bahari, treinta y un arboles de incienso, que plantó en los jardines y terrazas de este templo.
Plutarco ya apuntó en sus escritos que en los templos egipcios se hacían fumigaciones tres veces al día: por la mañana incienso, al mediodía mirra, y al atardecer Kyfhi. El Khyfi perduró a lo largo de toda la historia faraónica. El perfume en los templos se podía presentar de tres maneras: incienso, aceite y ungüento.
El Kyfhi fue el perfume más conocido por los antiguos egipcios. No pertenecía a los ungüentos sagrados, sino que tenía dos utilidades primordiales, servir de incienso, y como remedio terapéutico de diferentes enfermedades. Existieron varias recetas para la fabricación del Khyfi. Antes de Ramsés III, el Kyfhi era utilizado por la gente para perfumar sus casas y ropas.
El Tyriac no era realmente un perfume, ni tenía un uso de tipo medicinal, aunque sí era un remedio aromático. Prospero Alpini, en el año 1574, y tras grandes dificultades, logró averiguar sus ingredientes. Se componía de 57 plantas diferentes, a las que se les añadía piel de serpiente y arcilla, todo esto mezclado con vino de granada y miel. El Khifi era uno de los componentes de este remedio aromático.
El llamado “perfume 22 de Khoiak” fue destinado a los ritos realizados al dios Osiris, se encuentra redactado en el laboratorio del templo de Edfu, en su parte más recóndita para guardarlo en secreto y que nadie tuviera acceso a él. Se comenzaba a preparar cada año en el mismo mes y día, la mezcla se realizaba el día 15, la cocción entre los días 15 y 18, y el día 22 se retiraba del fuego. El color resultante de esta mezcla era el de la regeneración: el negro. Este perfume, era destinado a las ceremonias que tenían lugar cada año, en todos los templos de Egipto donde se creía que había enterrado algún miembro del cuerpo del dios Osiris. El ritual se centraba en un Osiris Vegetante, en el cual se colocaban semillas de cebada, arena, incienso, dátiles, resina y sustancias aromáticas, así como pequeñas porciones de minerales, todo ello mezclado con agua del lago sagrado. Esta figura momiforme, era sometida a determinados rituales y luego era ungida y guardada en un lugar determinado durante un año. En la ceremonia del año siguiente, se realizaba una nueva figura de Osiris Vegetante, y la que estaba guardada se enterraba, asegurando con ello una buena cosecha.
El aceite Madjet era realizado en memoria de la desmembración que sufrió el dios Osiris, su fórmula aparece también inscrita en las paredes del templo de Edfu. Se sabe que existían dos tipos de aceites Madjet, uno para las fiestas, y otro para cada día del año. La base de este preparado era la grasa de un buey muy especial; algunos de los requisitos que debía reunir eran que su nariz no tenía que haber sido perforada para colocarle una anilla y que por las mañanas tenía que haber sido purificado en las aguas del lago sagrado del templo. Esta grasa de buey era perfumada entre otras resinas con bayas de enebro, resina de pino y rizomas de junco, el resultado de todo esto era una pasta de color rojizo. También cuando se celebraban los cinco días epagómenos dedicados al dios Osiris, se celebraba una ceremonia presidida por un sacerdote funerario, donde los familiares honraban a sus difuntos entrando por la noche en sus capillas funerarias. Encendían un fuego y quemaban incienso, al mismo tiempo que presentaban el ungüento Madjet y recitaban oraciones para que el Ojo de Horus (el ungüento) estuviera vigilante e iluminara el camino del difunto en el más allá.
Otro ungüento importante en el antiguo Egipto fue el Tisheps. Los principales componentes de este preparado eran las resinas Ab y Antyw; con él se ungía la estatua de la diosa Hathor de Dendera cuando iba a comenzar su viaje hacia el templo de Edfu para visitar a su esposo el dios Horus. Su elaboración duraba alrededor de 241 días. El aroma que predominaba en este preparado era el de la canela, esta fórmula aparece inscrita en el templo de Deir el Bahari, donde se narra la expedición que realizó la reina Hatshepsut al país del Punt, y de donde trajo algunos de sus componentes.
En las cosmogonías egipcias ya aparece el perfume, por ejemplo, en el Mito de Isis y Osiris, las princesas de Biblos pueden apreciar el intenso perfume a ambrosia que emanaba de la diosa Isis.
También el perfume aparece en la teogamia. En los muros del templo de Hatshepsut en Deir el Bahari, se explica en varias escenas de la teogamia como el perfume juega un importantísimo papel. Cuando la reina Ahmes, madre de Hatshepsut, está tendida sobre su cama del palacio, y se acerca el dios Amón en el cuerpo de su esposo el rey Tutmosis I, reconoce al dios por su perfume.
Los cosméticos y perfumes, formaban una parte esencial de los ajuares funerarios en las tumbas. En algunas tumbas, se han encontrado cofres con todos los elementos necesarios para la “apertura de la boca”, en la momia del difunto, y también los recipientes destinados a contener algunos de los aceites sagrados. Los siete aceites sagrados eran: Festival, Sefet, Nejemet, Tuat, Cedro, Tejenu y Hekenu. Algunos estudiosos, sin embargo, creen que a estos habría que añadir los siguientes aceites: Madjet, Tisheps y Secreto de Min.
La fórmula de aceite del Hekenu está inscrita en el laboratorio del templo de Edfu. Necesitaban 365 días para su preparación, y el resultado quedaba muy reducido. La base de este preparado era la pulpa exprimida del fruto del algarrobo. Esta planta era escogida por su ausencia de aroma y su gran capacidad de absorber otros perfumes.
El ungüento del Secreto de Min estaba destinado a “ungir toda estatua de madera o de piedra”. La fórmula era un secreto transmitido de padres a hijos y tan solo el sacerdote que hacía la purificación conocía el secreto de esta receta. Por los registros del templo de Edfu, se sabe que era bastante conocido el Tisheps al que se le añadían 18 gramos de diferentes metales y piedras: oro, plata, lapislázuli, jaspe rojo, feldespato verde, turquesa, fayenza y cornalina. Al añadirle minerales a un ungüento, se tenía un objetivo claro, puesto que se creía que los dioses estaban hechos de una mezcla de elementos que incluían sustancias minerales, vegetales y resinosas, al ungirle estos ingredientes a una estatua, esta adquiría la divinidad. El Secreto de Min, era un producto negro y pegajoso, que con la ayuda de una espátula era esparcido sobre la estatua, después de esta operación, la estatua ya estaba preparada para el rito de la “Apertura de la Boca”. Las estatuas negras representando a Tutankamón descubiertas en su tumba, fueron tratadas así, siendo uno de los rituales de regeneración.
Los invitados a los banquetes funerarios aparecen con conos de perfume representados sobre sus cabezas. Estos se realizaban con moldes y eran fabricados con una grasa de buey impregnada de diversos perfumes, a los que también se les añadía cera de abeja previamente perfumada. Esa sustancia iba deshaciéndose y empapando los vestidos de las damas, ya que estos conos estaban ideados para que se derritieran con el calor del cuerpo. El que tanto hombres como mujeres aparecieran en este tipo de escenas con las ropas manchadas de perfume, era un signo de riqueza. Este uso alcanzó su momento álgido en el Reino Nuevo.
Los distintos tipos de fragancias también eran utilizadas en los rituales para invocar a los dioses. El dios cocodrilo Sobek, estaba muy ligado a la mejorana, denominada la “hierba de Sobek”. La fragancia de la flor del loto azul era considerada como el “sudor de Ra”, la “esencia divina”. El dios Horus tenía la mirra, que era conocida como “las lágrimas de Horus”. El dios Nefertum era considerado “el señor de los perfumes y la esencia sagrada del loto azul”, poseía una importante función en todo lo relacionado con los perfumes. La diosa Bastet es una de las diosas felinas muy vinculada a la temática de los perfumes, porque es la diosa de Bas, el envase de perfume, fonéticamente su nombre significa “aquella, la del frasco de perfume”. Finalmente, Hathor como una diosa protectora del amor, la belleza y el sexo estaba muy ligada a los festivales en los cuales el perfume era muy utilizado.
Los antiguos egipcios conservaban sus perfumes y ungüentos en recipientes destinados a ello. Estos podían ser de alabastro, fayenza o vidrio decorados con líneas de colores sobre un fondo preferentemente azul oscuro, para evitar que el efecto de la luz pudiera alterar los componentes de los aceites, ungüentos o perfumes que contuvieran.